
Instituciones públicas conectadas

Si no comunicas no existes. O como mínimo no lo hace aquello en qué trabajas. Nos pasa a todos, también a las instituciones públicas. ¿Que quieren ser útiles? Que lo demuestren doblemente. Es decir, que demuestren que hacen cosas por la ciudadanía y que demuestren también un esfuerzo de adaptación al ritmo, al lenguaje y a la velocidad propias de una sociedad en movimiento. Es eso o provocar la desconexión (y por tanto también el desapego y la crítica) de unos ciudadanos que con su reconocimiento legitiman a las instituciones públicas.
Cuando todo va más rápido, el lenguaje tiende a la síntesis y el impacto emocional pasa a ser un recurso imprescindible para captar la atención del público, las instituciones no pueden mirar hacia otro lado y seguir (no)comunicando como lo hacían hace un siglo o más allá. Comunicación en multimedia. Trabajo en red. Comunicación 2.0. Internet. Medios sociales. Y todo ello para mejorar los servicios (la utilidad) de las instituciones públicas a los ciudadanos. Porque no se trata de comunicar más sino de hacerlo mejor, con planificación estratégica, economizando esfuerzos y apuntando con la máxima puntería a los objetivos marcados.
¿Tiene reputación la ciudades? ¿Y las instituciones? ¿Y sus gestores o representantes? ¿Se puede trabajar como lo hacemos con la reputación personal de cada uno de nosotros, ciudadanos de una sociedad hiperconectada? Sí se puede. Con método.
Opiniones